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La trazabilidad, la inmutabilidad y los nuevos estándares de compliance convierten al blockchain en un entorno más seguro y menos propenso al lavado de dinero que el sistema financiero tradicional.

Por Omar Castilblanco, Fundador y CEO de Relámpago Payments

Gracias por la invitación. En los últimos años, el sector cripto se ha profesionalizado como pocas industrias emergentes. Hoy existe una autorregulación sólida, estándares estrictos y una cultura de cumplimiento que supera incluso a la de muchos actores tradicionales. Para quienes no están familiarizados, cerca del 80% de este negocio opera bajo petición regulatoria, con requisitos avanzados como KYT (Know Your Transaction), software de análisis de transacciones, monitoreo en tiempo real y conexión a listas internacionales de riesgo.

Lo interesante es que, en países como Estados Unidos, esas listas ya no solo incluyen personas o empresas: incluyen wallets, titulares y direcciones específicas, actualizadas minuto a minuto por proveedores de cumplimiento como Elliptic, Mistra y otros especializados. Este ecosistema permite saber con claridad qué wallets no se deben tocar y qué direcciones están vinculadas a actividades ilícitas, reduciendo riesgos de forma drástica.

A esto se le suma una ventaja inigualable: cada activo en blockchain carga su propio compliance integrado, gracias a la trazabilidad nativa de la tecnología. Y como las cadenas de bloques son inmutables, el historial de una transacción no puede borrarse, editarse ni ocultarse. Se sabe exactamente de dónde proviene un activo, si ha sido denunciado o si tiene vínculos con actividades ilegales.

En otras palabras:
Lavar dinero en blockchain es más difícil que nunca.

Paradójicamente, quienes operan al margen de la ley ya lo entendieron. Hoy, una red criminal puede ver sus activos bloqueados con un clic. La visibilidad es total. Y ese nivel de transparencia es exactamente lo que no existe en el sistema financiero tradicional, donde el dinero fiat puede mezclarse, circular y perder rastro con mucha mayor facilidad.

Por eso es importante desmontar un mito que aún persiste:
el blockchain no facilita el lavado de activos; lo dificulta.
Lo que realmente sigue siendo vulnerable es el sistema financiero fiat, cuya estructura opaca y fragmentada complica identificar el origen de los fondos.

El futuro del compliance ya está aquí: es transparente, trazable y tecnológicamente verificable. Y ese futuro se llama blockchain.